Una andada eterna

Hace días nos dimos una caminata enorme. Unos hicimos catorce kilómetros y, otros, unos veintidós, entre la ida y el retorno.
El día era frío, gris, nublado…Los senderos embarrados nos estropearon los bajos de los pantalones y las zapatillas pesaban, por lo menos, cuatro kilos más…
Las montañas cercanas estaban nevadas y el viento nos golpeaba en la cara produciendo escozor.
Vimos hasta buitres y algunos hacían bromas macabras… La vuelta se nos hizo corta.
Después de todo, no fue tan malo porque lo pasamos bien, nos divertimos, sacamos fotos - para inmortalizar el instante- y disfrutamos del paisaje… aunque, al día siguiente, algunos teníamos dolor de pies.